Reputado fotógrafo de moda y gran retratista comenzó su carrera profesional en los años cincuenta realizando espléndidos trabajos de moda. En sus trabajos consiguió elevar la fotografía de moda al rango de lo artístico, al conseguir acabar con el mito de que los modelos debían proyectar indiferencia o sumisión. Por el contrario, en sus fotografías los modelos eran personajes libres y creativos en sus gestos dentro de escenarios dinámicos y bajo esquemas compositivos previamente decididos.
Autorretratado, posando frente a un inmaculado fondo blanco, muestra a un cuidadoso fotógrafo capaz de plasmar en papel fotográfico rasgos inesperados de los rostros de personajes.
Su método era sencillo pero efectivo, la derrota anímica del contrario fotografiado a través de largas y cansadas sesiones de hasta cuatro horas. Así era capaz de mostrar su personalidad más sincera.
Todos y cada uno de los modelos elegidos por el fotógrafo neoyorquino tienen alguna característica especial, bien sea por la rudeza de su expresión, por las grietas de su rostro o por la amargura en la mirada.
El tiempo, la vejez y sus tensiones, resulta ser el motivo fundamental en la obra de Avedon. Vemos en su arte cómo nos habla directamente del paso del tiempo y su influencia en el ser humano, y, cómo no, del camino hacia la muerte.
Él no escapa a su objetivo, se fotografía tal y como se ve, sin adornos, marcado por el paso del tiempo.
Son geniales sus retratos, sí señor.
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