...de vacaciones, de relax, de ver pasar las horas, de echarnos de menos. Qué abandonado ésto.
No sé cuántos días han pasado desde que acabamos con la rutina, pero desde entonces muchos soles y muchas lunas. Atrás quedan días de playa, de chaparrones inesperados, de viajes, de encuentros esporádicos, de no saber y quererlo todo. En realidad no nos hemos perdido, incluso alguno se ha encontrado...ya con los demás, ya a sí mismo. Otros, lamentablemente, se han quedado por el camino...aunque eso no significa necesariamente lejos.
Ahora ya es otoño. Y, por delante: días de compartir horas, de entrar con el sol y salir con la luna. Dicen por ahí no sé qué de depresiones post-vacacionales. Yo no me lo creo. Cuando uno sabe dónde quiere estar y está a gusto, la tristeza surge al no poder volver a ese lugar. Así que, sí, puede que hoy sea el último día...pero yo prefiero pensar que mañana será el primero.